Una vez colgadas en sus respectivas espadañas, las campanas no sólo marcaban el tiempo y, desde los matinales a los vesperales, llamaban a los fieles, sino que también —dotadas de fuerzas sobrenaturales— purificaban el espíritu y espantaban a los demonios. Porque la Iglesia, en su continua lucha contra la brujería y la superstición, confirió a las campanas poderes para el exorcismo. Ante la creencia, por ejemplo, de que los truenos y las granizadas eran provocados por brujas, que incluso la más diminuta piedra de granizo tenía pelo de bruja incrustado, las campanas eran tocadas para espantar tales maldiciones (2). De hecho, bien entrado el siglo XX y todavía en la memoria de sus viejos habitantes, las campanas de las iglesias continuaban sonando para tales propósitos. Es más, en ciertas regiones remotas de los Alpes de Alta Provenza, aquello todavía sucede
Gustaf Sobin
Uma vez pendurados nos respetivos bunhos, os sinos não só marcavam o tempo, das matinas às vespertinas, como chamavam os fiéis, mas também - dotados de forças sobrenaturais - purificavam o espírito e espantavam os demónios. Porque a Igreja, na sua luta contínua contra a bruxaria e a superstição, deu aos sinos poderes para o exorcismo. Diante da crença, por exemplo, de que trovões e granizo eram provocados por bruxas, de que até a mais minúscula pedra de granizo tinha cabelo de bruxa incrustado, os sinos eram tocados para espantar tais maldições. De facto, bem entrado o século XX e ainda na memória dos seus antigos habitantes, os sinos das igrejas continuaram a tocar para tais propósitos. Além disso, em certas regiões remotas dos Alpes da Alta Provença, tal ainda acontece.